Yo no me quiero casar
Hace unos dias asistí a un matrimonio. Debo confesar que no conocía ni al novio ni a la novia, llegué ahí porque una amiga del novio me invitó, pero ya lo dice la popular canción: "los amigos de mis amigos son mis amigos".
Hacía mucho que no iba a un matrimonio. Era un ceremonia convencional: la marcha nupcial, dos pequeñas damitas que tenían en sus manos flores, que en realidad parecían papas Pringles y un pajecito con los aros de matrimonio.
La novia usaba un vestido blanco con una cola bastante larga que tenía que ser acomodada por sus familiares , un velo que le cubría el rostro y un moño, que sospecho, le hacía doler la cabeza. El novio un terno plomo que, con el pasar de la noche, puede haberle resultado incómodo.
Esos son solo detalles, la verdad es que la felicidad y el amor se respiraba en el aire, no faltaron las lágrimas, las palabras de amor empalagoso y hasta una sorpresa para los novios, quienes durante toda la noche no podían borrar de sus rostros la sonrisa de felicidad.
Y es que no es para menos, uno no se casa todos los días, aunque algunas personas como Valeria piensen que el matrimonio destruye el amor. Creo, firmemente que todos soñamos con una ceremonia de matrimonio, puede que no sea las que se ven en las telenovelas mexicanas, pero, al menos mientras el amor dura, es el mejor recuerdo de una unión.
Durante la ceremonia, en la que me coroné como la nueva Phoebe, Euse (o Valeria) describía cómo sería su matrimonio perfecto el cual, por cierto, distaba mucho de los matrimonios tradicionales con damitas, pajecitos y todo lo demás .
Por cierto, al igual que sucedió en esta ocasión, para cuando Vale (o Euse) se case prepararé una canción y le robaré al a audiencia unos minutos para que disfruten de mi voz. Bajo advertencia no hay engaño así que se aceptan sugerencias y pedidos musicales, total, mi repertorio es amplio.
Disfruté mucho el matrimonio, aunque no me gusta utilizar vestido, la pasé muy bien y por supuesto, dejé que mi imaginación viajara muchos años para imaginarme como sería mi matrimonio perfecto claro, con algunas sogerencias de Vale y otras de mi propia cosecha.
Yo no me quiero casar
Yo no me quiero casar de blanco, no quiero usar velo y mucho menos flores en la cabeza. Quiero un vestido sin cola, de un color que me guste mucho y me ahorraré el tener que aventar el ramo a un montón de mujeres desesperadas por cogerlo, como si eso les asegurara un próximo matrimonio (aunque debo confesar que en varias ocasiones me coloqué en el grupo de mujeres que aspiraba tomarlo entre sus manos).
La playa es el escenario perfecto para llegar al altar, obviamente dejaré de lado la marcha nupcial, que siempre me ha parecido canción de velorio y encontraré una canción más apropiada.
Eso sí, algo de tradición tenemos que dejarle a la ceremonia asi que todas las damitas y pajecitos que se apunten serán bien recibidos, los niños me parecen tan dulces, tan tiernos que le pondrán el toque especial.
Ya ven, aunque soy una confesa ex fanática de las telenovelas mexicanas espero un matrimonio totalmente diferente a los tradicionales, claro que faltan muchos detalles no especificados en este relato, pero son solo detalles. Ah si, falta el novio, solo falta el novio.
Etiquetas: Vuelos y catarsis