La Gringa!!!!

Algo de mí al descubierto

viernes, setiembre 28, 2007

Castillo de arena




Castillos en la arena

El escenario es la playa, con rayos de sol que se cuelan por mi cuerpo. Me encuentro al medio, justo por donde el agua del mar logra colarse entre mis dedos y causar una pequeña pero placentera sensación de frío en cada oleaje. He tomado una pequeña pala y un rastrillo para jugar.

Con el rastrillo voy marcando cuidadosamente el territorio que utilizaré y con la pala comienzo a cavar en la arena un hoyo profundo, pero no peligroso que luego me servirá de pozo.

Comenzaré mi castillo y quiero protegerlo del aire y del agua para evitar que se derrumbe pronto. Por eso trabajo con cuidado y con la mayor precisión posible, cuidando de que no me tiemble el pulso ni que lo aplaste con la fuerza desmedida de mis manos.

Una vez que está casi listo trazo un caminito para que el agua vaya llegando de a pocos sin dañar su frágil estructura. Al medio del fortín una ventanita hace las veces de colador de luz y con un pequeño palillo que encontré entre los restos que yacen en la arena he clavado mi bandera.

Es una bandera blanca, símbolo de paz, dicen algunos. Yo creo que es más un símbolo de pureza y la coloco con la precisión de que se quedará ahí por siempre aunque el sol la dañe con el paso del tiempo.

Al terminar mi fortín ya la oscuridad se ha apoderado de la playa y el frío se hace más evidente. Me alejo de la orilla para evitar que el mar, ahora si realmente frío, roce mi cuerpo.

He realizado mi pequeña escultura por horas, con esfuerzo y dedicación pero por sobretodo con la pasión y el amor que nos produce el hacer las cosas que realmente nos gustan.

Ahora es momento de partir y dejar la construcción atrás, pero antes de irme voy sacando poco a poco el agua que llegó hacia el pozo. Esta me servirá para limpiarme la arena que quedó en mi cuerpo- La extraigo con cuidado de que el agua destruya el pozo.

Cuando el pozo se ha secado camino sin mirar lo que dejo, pero me doy cuenta que mis huellas van quedando marcadas en la arena. Aún así me resisto a volver la vista atrás. Sé que estoy dejando algo que he querido hacer por mucho tiempo y por lo que he luchado y trabajado, pero más que tristeza siento satisfacción.

Cuando ya estoy realmente lejos de la orilla me animo a ver la escultura que abandoné. El castillo de arena que había realizado y que se encontraba realmente cerca de la orilla ha sido dañada por el agua y la sal. Su estructura no es ni la sombra de lo que yo hice pero aún hay una pequeña muestra de que mis manos trabajaron en ese espacio de la arena.

Además mis huellas aún no son alcanzadas por el agua por lo que todavía puedo divisar el camino que he seguido para llegar hasta aquí.

En el fondo mi corazón de niña quiere retroceder para volver a construir el castillo que se derrumbó, pero se que no se podrá.

Primero porque jamás saldrá igual al primero que realicé, segundo porque de seguro me resultará más fácil ya que conozco las medidas exactas de la arena y la posición de cada elemento, por lo tanto ya no lo disfrutaré tanto como la primera vez y tercero porque comprendo que ahí, donde alguna vez estuvo mi castillo de arena, vendrán otros a crear sus propios castillos. Algunos más grandes, otros más chicos.

Yo ya no los veré. Probablemente esté en otra playa en la que el sol cale más fuerte, con una arena más rebelde y complicada y con el mar aún más frío mojándome cada vez más y amenazando mi aún frágil construcción.

Me hubiera gustado que mis huellas logren matearse y no se borren, pero a estas alturas ya subió la marea y dejó lisa la playa. Ya no hay rastros del castillo y mucho menos de mis pasos en la arena. La bandera que coronaba la construcción voló hasta que el mar se la tragó por completo.

Mañana, cuando vuelva a salir el sol, otros vendrán a la que alguna vez fue mi playa. Ellos no se enterarán de que la noche anterior mi castillo estuvo ahí y buscarán otra banderita para culminar sus creaciones en la arena.

Finalmente es como un juego de niños. Tan pasajero como el mar, moldeable como la arena e indeleble como el sol antes de que llegue la noche.